El culebrón venezolano hierve la sangre Gregorio Morán 6-8 minutos
Publicado: 21/09/2024 04:45
Mientras se exponía ante una opinión pública perpleja la diferencia
entre un bulo y una mentira virtuosa asistíamos al capítulo más
siniestro del culebrón venezolano. Dos hermanos dentro de toda sospecha
-los Rodríguez- se presentan ante un anciano acojonado -Edmundo G.
Urrutia- y le hacen firmar la renuncia a su breve vida política. O la
vergüenza o la vida. Escogió la humillación y sus anfitriones españoles
le pusieron un avión para abandonar su país y permitirle llorar como
Boabdil en Granada.
El mecanismo nada sutil que pone en funcionamiento tanto el bulo
institucional como la mentira virtuosa dará que hablar a los teólogos
tertulianos durante los meses que aguante el tenderete; con máximo de
caducidad en tres años. Lo de Venezuela es más espectacular; hasta llega
a hervirte la sangre.
Están el desparpajo de los protagonistas y la sordidez de los
traficantes de sueños. El espectador siente que la representación es tan
desmesurada que teme que en cualquier momento aparezca detrás de la
tramoya un tipo con sonrisa de payaso para dirigirse al público: “Hemos
conseguido la paz. Ha merecido la pena”. Será la escena de Zapatero,
nuestro Forrest Gump internacional; no en la versión original de
Zemeckis si no en la autóctona de José Luis Cuerda y su “Amanece que no
es poco”.
Lo de Venezuela es más espectacular; hasta llega a hervirte la
sangre.
Escuchar a Nicolás Maduro es como hacerlo con Donald Trump; lo de menos
está en el idioma, lo importante son los gestos. Aseguraba Monedero que
Hugo Chávez era lector ansioso, pero dudo mucho que Maduro sea capaz de
sobrepasar su naturaleza; sus “fascistas todos”, suenan como los
“enemigos comunistas” de su antecesor en la tiranía, Pérez Jiménez, del
que tanto aprendió Chávez, quien le intentó sumar al final, aunque sin
éxito. (Prefirió acabar sus días en el exilio dorado que le había
concedido Franco en el Madrid de La Moraleja; trajo consigo una fortuna
venezolana en dólares). Los arrebatados del discurso no leen, imparten
órdenes. En España sabemos mucho de eso. Maduro se vio obligado a
convocar un refrendo a su Régimen y quien tiene tales intenciones no
admite perderlo. De esa alianza entre un Ejército corrupto, una justicia
engrasada y unas bases alimentadas por el dictador, también tenemos
experiencia. Los adversarios en la cárcel y la demagogia en el poder.
Lo que no calculó es que la gente se lo iba a creer y a ponerle en un
brete; los milikos y los jueces se pueden designar por cooptación, pero
las sociedades no se prestan a ello, a menos que los castigues con una
represión tal que el miedo se convierta en sistema. Venezuela votó y no
consiguieron tapar la vía de agua; unos mostraron las actas y los otros
no. Al final suelen ganar quienes tienen el poder y allí es una
oligarquía corrupta de funcionarios y militares que están a punto de
conseguir lo que parecía imposible: un tercio de su población ha huido
hacia donde puede.
Como las urnas no eran suyas pero el calendario sí, el contrataque de
Maduro y los suyos tiene un rasgo inédito, fuera de la literatura del
realismo mágico. La Navidad se iniciará el 1º de Octubre y habrá regalos
para todos, especialmente para los jodidos que no se pueden marchar y
los adictos que siempre se quedan. Se mantenían fuera del Discurso del
Método, una curtida clandestina opositora, María Corina, y un Papa Noel
disfrazado, al que con no poco esfuerzo le pusieron el primero de la
lista porque no había otro que no estuviera condenado o exiliado. La
patética tragedia de Edmundo González Urrutia es la de un diplomático
conformado por “la carrera”; pocas iniciativas, escaso valor y ninguna
tenacidad que vaya más allá de alcanzar la jubilación en las mejores
condiciones posibles.
La patética tragedia de Edmundo González Urrutia es la de un
diplomático conformado por “la carrera”; pocas iniciativas, escaso
valor y ninguna tenacidad
Primero se recogió en la legación de los Países Bajos. Aguantó casi dos
meses la presión mafiosa de un Estado implacable y al fin reconsideró
que España es un buen lugar para retirarse; tiene tradición de
aparcadero para quienes llegan con el riñón cubierto. Y empezó el
trágala en los dominios del embajador español Ramón Santos, viejo
conocido y cómplice de aventuras centroamericanas con Tintín, apelativo
cariñoso de Zapatero.
¿Quién llamó a quién? ¿El virtual ganador de las urnas, Edmundo
González, o los dominadores de la realidad armada, los hermanos
Rodríguez, Delcy y Jorge? Me da en pensar que Urrutia. Los otros
llevaron el salvoconducto: tu vida y tu familia o aceptas que hemos
ganado, no sólo en las armas sino también en las urnas. Y viajó a España
en avión militar para ser recibido por el Puto Amo en el jardín de su
Palacio, en camisa sin abrochar, al estilo de la guayabera caribeña.
“Todo por la paz”. La propia y la ajena porque uno de los socios de
Gobierno, el más sumiso, tiene una querencia hacia Maduro desde que
cambiaban cromos con Hugo Chávez y los profesores de la Complutense
viajaban a Caracas para descubrir de nuevo América.
Ya se puede decir que el 10 de enero, cuando sea designado el nuevo
Presidente de la República de Venezuela, lo hará un botarate gritón. Con
toda probabilidad hubiera ocurrido lo mismo sin la humillante
resignación de Edmundo G. Urrutia; el sistema bolivariano no hubiera
permitido una alternativa sin apelar a las armas que lo sostienen. Las
presiones internacionales tienen fecha de caducidad y efectos
contradictorios. Franco, sin ir más lejos, las utilizó hasta la
saciedad; castigan a los pobres y enriquecen a los adictos.
Entiendo que González Urrutia haya firmado su claudicación ante una
presión superior a su envergadura como opositor. La familia y la
supervivencia son lo único que nos queda cuando estamos al borde del
abismo, pero si uno ha asumido el papel de Garibaldi no puede acabar en
Romanones, y más cuando las cárceles están llenas de luchadores que no
firman cartas, ni siquiera al precio de su vida.
Como estrambote de este soneto con formato de culebrón debe incorporarse
la detención de dos vascos dentro de toda sospecha, por varias razones:
no son heraldos de Zapatero, tampoco creo que voten a Bildu y estaban en
el lugar inadecuado en plena caza mayor de la invención de un atentado.
Atiendan al sólido argumento incriminatorio de Diosdado Cabello,
ministro venezolano de Interior y Justicia - ¡una yuxtaposición letal
que logró J.A. Belloch con Felipe González! - : “Dicen que vinieron de
vacaciones, pero nos hemos enterado que los españoles toman vacaciones
en julio y agosto, no en septiembre”. Que se preparen, porque no tendrán
avión militar que los devuelva a casa.
[1]
https://www.vozpopuli.com/opinion/culebron-venezolano-hierve-la-sangre.html